EL HORNO DE PAQUITO, UN NEGOCIO DE TRES GENERACIONES
En 1949 Francisco Sempere Sempere y Teresa Sempere Brau compraron a Adriana, una vecina de Elche, el horno que estaba situado en la calle General Mola 48, hoy calle de Elche nº 52.
El matrimonio comenzó a amasar su pan allí, en el horno nº 9,( ya que entonces en Santa Pola cada una de los existentes estaba numerados).en el edificio que también era su vivienda situada en la parte superior del mismo.
En aquel entonces amasaban pan, rollitos secos y rollitos de barco que eran los que los marineros se llevaban en sus viajes a Larache, porqué se conservaban muy bien durante varios días. También hacían pan de “Celindro “( llamado así porqué se pasaba la masa por el Cilindro que es una máquina para refinarla) madalenas y buñuelos.
En Pascua las estrellas eran “Las Fogasetas” y “Las Monas de Pascua”. Entonces era costumbre en el pueblo que las clientas llevaran al horno sus capazos con los huevos, azúcar y aceite para que allí las amasaran. Cada señora tenía su lugar para almacenarlas y luego las trasladaban a sus casas en tablas colocadas sobre su cabeza. Santa Pola se llenaba de olores y era un espectáculo ver a unas y otras desfilando por las calles con sus tablas llenas del dulce.
El panadero a veces tenía que hacer comprender a sus clientas que si ponía más cantidades que las que correspondía a la masa el resultado no sería el mismo ya que cada receta tiene sus medidas.
Paquito y Teresa tuvieron 3 hijas que desde muy jóvenes ya ayudaban a sus padres en el despacho de pan, Rafaelina con 10 años ya se encargaba ella sola del reparto y lo hacía a pié, a los 13 años le compraron una moto para que el reparto fuera más cómodo y rápido. Las chicas comenzaban su jornada a las seis de la mañana para que todo estuviera a punto cuando se abriera el despacho de pan y dejar liado el pan bombón.
En el verano los veraneantes de Elche y del campo también se acercaban al horno para hacerse Almojábanas.
Al cabo de unos años entró a trabajar con ellos Feliciano López Juan, hijo de María y de Pepe el Cacahuero, cuando tenía tan solo con 12 años y allí fue aprendiendo el que sería su oficio. Feliciano y Rafaelina se enamoraron y casaron y fueron ellos los que al jubilarse Paquito y Teresa tomaron el relevo del negocio, ampliando la plantilla e introduciendo novedades y nuevos productos. Entonces ya tenían a sus tres hijos.
Con la jubilación de Feliciano y Rafaelina son dos de sus hijos, Mª Teresa y Feliciano López Sempere los que continúan con el negocio de sus padres y abuelos haciendo crecer cada día la oferta, innovando y adaptándola a los gustos modernos sin dejar de lado aquellos tradicionales que siguen triunfando sobre todo en estos días de Pascua.
Además de la calidad de sus productos quiero destacar su inmensa calidad humana, siempre con una sonrisa en la boca y una gran diligencia.
Además de la calidad de sus productos quiero destacar su inmensa calidad humana, siempre con una sonrisa en la boca y una gran diligencia.
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